Todos los estudios indican que hay más probabilidades de que los niños y niñas que viven en estos contextos se conviertan en agresores y víctimas a su vez, porque reproducen los roles con los que han crecido y que han normalizado. Evitar que los niños y las niñas asuman el ejercicio de la violencia como la forma “normal” de relacionarse en la pareja, es una prioridad en el trabajo contra la Violencia de Género.
