Ellas dan la nota. Cristina del Valle
En los cincuenta se realizó un experimento donde psicólogos americanos mostraron a un grupo de personas, de distintos perfiles, las entrevistas filmadas de un ex prisionero de un campo de concentración y de un torturador nazi.
No se informó a los espectadores sobre la identidad de los entrevistados. Cuando se les preguntó, todos coincidieron en hablar del torturador como de una persona segura, coherente, centrada, lógica. A la víctima la percibieron, sin saber su historia, como insegura, desequilibrada, contradictoria. Jorge Corsi, experto en violencia familiar en Argentina, llama a este fenómeno «doble fachada» y lo compara con la percepción que los observadores externos tienen de las mujeres víctimas de la violencia. Quien maltrata tiene una posición de poder que le permite controlar la situación. Es la víctima quien sufre las devastadoras consecuencias y de ahí la perversidad de mostrar e interpretar muchas veces a la víctima como la desequilibrada, la que miente o exagera.