Según el IV estudio bianual de European Professional Women’s Network (EuropeanPWN), las mujeres componen el 11,7% de los consejos de administración de las 300 principales empresas europeas.
En 2004, esta cifra era del 8%. El avance es claro, pero la velocidad todavía no es la adecuada, teniendo en cuenta que, según los cálculos de esta institución, con esta tasa de crecimiento del 21% cada dos años, la paridad entre hombres y mujeres en puestos directivos se podría alcanzar dentro de 16 años.
Las causas de que, en pleno siglo XXI, las mujeres aún lo tengan difícil para ascender hasta las más altas esferas de la empresa son múltiples. Según Rocío Puerta de EuropeanPWN «en primer lugar, nosotras mismas nos ponemos barreras. El miedo a un enfrentamiento muchas veces nos hace ser sumisas y dar un paso atrás, en lugar de ser más agresivas».
Pero, además, están los propios ciclos vitales. «Las mujeres, entre los 30 y los 42 ó 45 años, deben compaginar la vida profesional y familiar; la inversión física de la mujer en esa época ralentiza las carreras y las empresas no diseñan las carreras pensando en esto». En opinión de Puerta, “las compañías deben entender que esos ciclos son una realidad. En España todavía tenemos la mentalidad de la presencia física en el puesto de trabajo y esto hay que cambiarlo. Debemos pensar en términos cualitativos y no cuantitativos».
La conciliación de la vida laboral y familiar es igualmente un escollo para Elsa Punset: «Una de las principales dificultades en España es lograr conciliar la vida familiar y laboral a pesar de la jornada laboral partida, tan característica de nuestro país, y tan distinta a lo que tienen otros, por ejemplo, los países nórdicos, que deberían ser una referencia y un modelo a seguir en este sentido».
Marijo Bos cree, además, que existen pocas oportunidades para que las mujeres tengan visibilidad y puedan crear una red de contactos. «En los países del sur de Europa, que tienen muchas características comunes, el hombre y la mujer parece que tienen responsabilidades diferentes. En países como España o Italia, la sociedad piensa que la casa y la familia son responsabilidad de la mujer, y esto ralentiza claramente su acceso a la Universidad o a los programas de postgrado».
Según el estudio bianual de EuropeanPWN, los países escandinavos siguen siendo los más avanzados en cuestiones de género, mientras que los del sur de Europa van a la zaga. En 2010, Noruega tiene un 37,9% de mujeres sentadas en consejos de dirección; Suecia un 28,2%; Finlandia un 25,9%, y Dinamarca un 14%.
Por el lado contrario, Luxemburgo, Italia y Portugal son las que menos mujeres consejeras poseen, con un 6,15%, un 3,93% y un 3,45%. A estos tres países se une Irlanda en otra estadística también reflejada en el informe de EuropeanPWN; el porcentaje de empresas donde hay más de tres mujeres en Consejos de administración es cero. En el caso de España, el 11% de los consejeros son mujeres, una cifra muy alejada de la de nuestros vecinos del norte.
«Sí, hay una cuestión cultural, que influye a su vez en las políticas laborales, educativas y sociales pertinentes. En este sentido, a nosotros nos queda más camino que recorrer», opina Elsa Punset.
Algunos países europeos han puesto en marcha desde hace unos años políticas de paridad en ámbitos públicos y privados. «Desde luego, a pesar de que en nuestro país son muy impopulares – explica Elsa Punset -, creo en las cuotas como herramienta para ayudar a acelerar la desaparición de un desequilibrio histórico inaceptable. En todos los países occidentales, se han aplicado con distintos colectivos marginados, y han permitido ayudar a mejorar situaciones inaceptables en sociedades democráticas e igualitarias».
Asimismo, añade que «se pueden ejercer estas políticas de paridad con matizaciones que ayuden a todos a aceptarlas mejor; por una parte, creo que deben establecerse de forma puntual, y no necesariamente para lograr una paridad exacta, sino para crear modelos sociales que inspiran a otras personas y aceleran el proceso de igualdad social».
«En este sentido – continúa -, miren las políticas de paridad que se aplican en Gran Bretaña. En el mundo político, en los ámbitos en los que éste estaba cerrado de par en par a la mujer, favorecieron la aplicación de cuotas limitadas que se eliminaban lo antes posible y que, sin embargo, siguen generando efectos beneficiosos a largo plazo para las mujeres; bastaba con crear el modelo social ausente por causas históricas y sociales y, al tiempo, abrir una puerta injustamente cerrada».