Si ya es dificultoso que la sociedad admita que una mujer no conviva de forma continuada con una pareja, más lo es que verbalice que no quiere ser madre, pues, según el imagionario colectivo, ésta sigue siendo su vocación principal. Por mucho éxito que tenga en su carrera, a toda mujer debe sonarle ese supuesto despertador biológico que le recordará que no puede escapar a su destino.
“Las presiones son sutiles, pero se le advierte de que está rompiendo las normas“, advierte la psicóloga Carme Freixa . “No importa que la neurología, la psicología, la medicina o el feminismo hayan desmentido el mito y descubierto que sexo y roles son dos concepciones distintas: al orden social le conviene seguir adelante con la mitificación de un rol que le soluciona muchos problemas“.
Para Freixa, hemos entrado en una peligrosa explicación social según la cual muchas mujeres han renunciado a la maternidad porque no podían compaginarla con la profesión. “Pensar que por no tener ayuda de la administración han renunciado a ser madres es hacer un análisis sexista. Lo que esconde es una realidad que no gusta, y es que cada vez hay más señoras que “pasan” de cumplir con su supuesta función en lo universal“.
¿Por qué no plantearse la ecuación a la inversa?, propone la psicóloga. Ante la imposibilidad de que los hombres asuman la mitad de las tareas de cuidado de las criaturas, han decidido dedicarse a sí mismas y a su realización profesional, sin renuncias ni victimismos.
“Las políticas públicas sobre natalidad e igualdad tienden a diseñarse para las familias más tradicionales. La ley de conciliación del gobierno de Aznar presenta a las mujeres como madres que también tienen que trabajar: vamos a ayudarlas a conciliar. Se nos hace responsables de concicilar el trabajo y la vida familiar, no así a los hombres“, indica Emanuela Lombardo, investigadora Ramón y Cajal de la Universidad Complutense de Madrid. “También en la ley de los 2.500 euros en deducción de impuestos por nacimiento o adopción del PSOE se relaciona el concepto de mujer con el de maternidad y cuidado, como si fuera una condición natural. Y aunque hay más énfasi en la corresponsabilidad, el permiso de paternidad sigue siendo mucho menor. Dos semanas de baja no es lo que va a cambiar el asunto de la corresponsabilidad.”
También la ley del matrimonio homsexual es paradigmática: se confieren derechos sólo por el hecho de ser pareja y no por ser personas individuales, dejándose fuera todo lo que se considera una sexualidad no tradicional, disruptora del orden sexista. “Las políticas públicas no tutelan lo suficiente las elecciones de vida individual y la variedad de elecciones vitales que se presentan como nuevas pero ya no lo son tanto“, concluye Lombardo.
Article publicat a La Vanguardia , el 20 d’octubre de 2008